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Para una madre... o muchas


Es difícil ser mamá. Nadie nace sabiendo cómo hacerlo. No hay un instructivo o guía paso a paso. Es necesario estar conscientes de esto y aceptarlo. De ahí parte todo para encontrarnos en un camino saludable y positivo en la maternidad. La mayoría de las veces, el único conocimiento que traemos es el de la experiencia propia con nuestra madre. Y no siempre eso es positivo, ya que para algunos quizás no haya sido una grata experiencia. Sin embargo, la clave está en ser flexibles y aceptar que uno va aprendiendo a lo largo del camino.

Todo comienza en el deseo de ser madre. A partir de ahí, se va construyendo la idea de ser mamá. Prepararse para la maternidad conlleva hacerse a una misma las preguntas esenciales. ¿Por qué quiero ser mamá? ¿Para qué quiero ser mamá? Las respuestas tú misma las debes de saber. De ahí partirán otras preguntas que te permitirán irte preparando. Algunas buscan en la lectura consejos o ideas de profesionales de distintas ramas para ir eligiendo cómo se quiere ser madre. No todo te va a salir al pie de la letra, cada experiencia es distinta y una reacciona ante situaciones, de la mejor manera que le es posible. Se trata de confiar en que siempre harás lo mejor que hay dentro de tus posibilidades para que tu bebé se encuentre bien. Confiar en ti misma.

El cuerpo será tu primer sacrificio. Se le otorga al bebé la hospitalidad de una larga estancia en óptimas condiciones. Depende de ti al cien por ciento. Un cuerpo cambiante, revolucionado, perfectamente imperfecto o imperfectamente perfecto. Gracias a ti, a tu cuerpo y a tu amor, ese que habita en él, se preparara para su llegada a este mundo. Tu medico dirá que más que en cualquier otro, es en ese momento donde debes cuidar de tu alimentación, actividad física, sueño y bienestar general para que estén saludables los dos (o tres... o más).

A su llegada, las emociones se encuentran a flor de piel. Un manojo variado de sentimientos y sensaciones invade a una madre, quien lucha por sentirse estable y fuerte para dar ese apoyo incondicional que necesita un recién nacido. Es tanta la vulnerabilidad que apenas duermes. Estás al pendiente las veinticuatro horas al día. Solamente tienes ojos para tu bebe. Estás en estado de alerta todo el tiempo y algunas veces logras llevar a cabo ciertas tareas para ti o para el resto de la familia, en momentos de serenidad. A la primera señal de llanto, te desconectas de nuevo de todo y atiendes a tu bebé. El llanto da aviso de la necesidad en los primeros meses, ya sea de hambre, incomodidad o sueño. Y es también el sonido de alerta al que estarás siempre pendiente. (Psicológicamente hablando, los primeros meses de vida del bebé, es imprescindible que su mamá esté en este estado de simbiosis con él o ella.)

Las visitas al doctor son importantes pues dan noticia de la salud y desarrollo del bebé. Quizás es también donde te sientes tranquila pues todo va marchando de maravilla. O quizás te sientes insegura, como si se calificará tu capacidad de ser mamá. Si por alguna razón se encuentra en el bebé algún síntoma o señal de que algo anda mal, será difícil no caer en sentirse culpable. Preguntas como, ¿qué hice?, o ¿qué pude haber hecho?, podrían rondar tu cabeza. Pero eso no va a solucionar nada, lo que necesita tu bebé es que estés presente en ese momento y atiendas sus necesidades. Pensar en el hubiera no servirá de nada y solamente te quitará energía. Retomo entonces lo que mencioné al principio, no hay un instructivo que diga cómo se deben hacer las cosas. Estás haciendo lo mejor que puedes y eso es suficiente.

Conforme va creciendo, el bebé va formando su carácter y va dando a conocerse mejor. De pronto comienza a interesarse por ciertas cosas y a desinteresarse de otras. Llora cuando algo no le gusta y ríe cuando está contento o contenta. Te hace saber cuando una comida no le apetece y se rehúsa a comerla. Cuando aprende a decir que no, parece que es lo único que sabe decir. Tanto mamás como papás, se van adaptando a sus hijos también. Cada hijo o hija es único y demanda de mamá o papá algo distinto. En muchas ocasiones quizás te encuentres pensando que ya no sabes qué más hacer, que te sobrepasa o que no eres capaz. Es parte de la maternidad el sentirse así por momentos, frustración o desesperación porque las cosas no van saliendo como uno las espera. Y claro, es que estás tratando con otra persona, que, aunque sea pequeñita, en plena formación y dependa de ti, presenta un reto importante.

Escuchar opiniones que se pidieron, o no, de los demás, es bueno. Sin embargo, se deben tomar como eso, opiniones o sugerencias. Siempre es mejor quedarse con lo que se acomode o se asemeje a tus circunstancias. Es decir, las opiniones de los demás te darán opciones de cómo puedes hacer en distintas situaciones con respecto a tus hijos, pero solamente tú sabrás qué es lo mejor para ellos. Tú los conoces mejor que nadie, sus necesidades, sus gustos y disgustos, sus maneras de hacer las cosas, etc. Así que cuando vayas a tomar una decisión con respecto a tu hijo o hija, consúltalo con tu pareja, pues es con quién debes estar de acuerdo. Es sumamente importante que se esté de acuerdo en pareja con respecto a los hijos en su forma de educarlos y que haya un balance en sus responsabilidades o acompañamiento con ellos. A esto sí debes de darle importancia y prioridad. Es precisamente ese balance y acuerdo que les permitirá formar una familia saludable.

Tu maternidad no te define. Es una parte importante de ti. Pero no lo es todo. Conforme van creciendo, los hijos se van haciendo más independientes. Es parte de su desarrollo y de la vida en general. Esa simbiosis con el bebé se va haciendo cada vez menor hasta llegar al punto de ser completamente independiente. Así que date tiempo para ti y para las cosas que te gustan hacer. Aunque implique un esfuerzo, busca hacer eso que te hace sentir bien. Prueba cosas distintas, explora, reconéctate contigo misma. Cuando una mamá se siente bien consigo misma, lo proyecta a sus hijos y les hace a ellos sentirse cómodos y seguros en su propio hogar. La clave está en el balance de todas las partes.

Esta carta es para ti. Para ti que ya eres madre o para ti que estás por comenzar esa etapa de tu vida. Te felicito. Esto es solamente un poco de lo que conlleva y harían falta muchas palabras más para continuar describiendo; y me atrevo a decir que nunca terminaría porque cada experiencia es distinta. Así que este día de las madres regocíjate de alegría, déjate querer y consentir por ellos y por ti misma. Nunca dejes de reconocer tus logros, y si no lo haces, comienza ahora.



Conoce a Inés

Inés Ponzio

Lic. En Psicología por la UANL, con especialización en psicología clínica con niños y adolescentes por la UBA. Tiene experiencia en el área educativa y en la consulta privada con enfoque en psicoterapia psicoanalítica para niños, adolescentes y adultos jóvenes. Puedes encontrarla en su correo: lic.mainesponzio@gmail.com


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