Mi niña no es mía

Emilia besa la manita de su muñeco. Le cambia el pañal. Le da el biberón. Lo arrulla. Lo nombra. Lo celebra. Lo regaña.
¡Es muy divertido porque el bebé es de plástico y puede quedarse en un cajón mientras Emilia trepa el Everest, navega el Amazonas y descontamina el Ganges!
-¿Por qué siempre jugamos a que eres mi mamá? -preguntó Bombillo cuando Emilia le quitó el chupón y se lo imaginó diciendo sus primeras palabras.
¡Vaya primeras palabras! Emilia quedó muda. Pero cómo quería jugar a ser mamá, trató de contestarle a todo sin desesperarse.
-Siento bonito cuando aprietas mi mano con tus deditos porque eres mío y me haces sonreír.
-¡Qué hermoso! Así se siente llegar a la cima del Monte Fuji y casi tocar las nubes, tras 10 horas de subir sin darse por vencido. Tal vez no quieres ser mamá sino escaladora, Emilia.
-Bombillo, quiero ser mamá por la adorable sensación de cuidarte porque me necesitas.
-Así se siente prerapar comida para niños que no tienen, hacer plática a ancianos que ya nadie visita, o enseñar a leer a adultos que quieren mejores trabajos. Tal vez no quieres ser mamá sino hallar cómo ayudar al mundo todos los días, Emilia.
-También porque me emociona todo lo que viven las mamás. Se desvelan por amamantar, a veces les desespera el bebé llorando, a veces andan todo el día preocupadas porque no nos pase nada. Al ser mamá, me haces fuerte y valiente.
-¡Eso es asombroso! Así se siente cuando te miras en el espejo y decides mejorar tu salud y apariencia. Empiezas a levantarte muy temprano para salir a correr, volver a correr al día siguiente aunque duelan las piernas, cumplir una rutina, comer mejor cada día aunque sientas flojera. Y seguir haciéndolo sin importar que tardes mucho en darte cuenta que tu cuerpo se siente mejor y se ve. Hasta podrías competir en maratones o aprender a bailar de cabeza, flotando en telas vaporosas. Tal vez no quieras ser mamá sino descubrir todo lo que eres capaz de hacer cuando perseveras, Emilia.
-Es que yo quiero ser como mi mamá. No quiero ser egoísta pensando solo en estar bien yo, sino rodearme de una familia para cuidarnos entre todos.
-Así se siente cuidar a tus amigos cuando están enfermos, amar incondicionalmente a tus amigas aún cuando estén enojadas, cuidar niños con padres ocupados y así se siente aprender sobre diferentes animales y protegerlos, o cuidar plantas. Puedes sentirte así viajando y amando otras culturas aunque no piensen como tú. Así se siente cuando construyes ideas, planes y negocios que dan trabajo a muchas familias. Así se siente leer para saber más del mundo o tocar instrumentos para inspirar, inventar historias que alegran al deprimido, descubrir nuevas estrellas, vacunas y hacer experimentos que ayuden a la humanidad. Así se siente estudiar todo lo que te apasiona y usar lo aprendido para ayudar. Puedes sentirte así y no estarás siendo egoísta tratando bien a la vecina que vive sola aunque se queje de tu perro, o haciendo plática a tu abuela a quien ya nadie pregunta si jugaba con su muñeca a ser mamá.
-Quiero poder hacer todas esas cosas y ser mamá también, Bombillo.
-Y sí puedes hacer todo. Pero lo más importante que puedes hacer es elegir. Nadie debe elegir por ti. Puedes jugar a ser todo o a ser una sola cosa.
Emilia se da cuenta que Bombillo ya no es un bebé. Ahora mejor Emilia juega con él a diferentes aventuras porque Bombillo no tiene que ser lo que Emilia quiere. Han vivido tantas cosas que a Bombillo se le desgastó la pintura del rostro y su color se volvió gris; algo apachurrado por todos los juegos con Emilia. Pero no importa que se desgaste porque solo es un juguete y es para jugar a todo lo que quieras. Tú eliges.

Conoce a Astrid
Astrid Perellón, pedagoga, hipnotista, diseñadora de contenidos y cursos para el manejo de emociones, además es locutora, storyteller y autora de 11 libros publicados. Su formación además incluye Comunicación, Locución, Oratoria, Design Thinking, Scrum Master, Project Management, Inteligencia Emocional, Sensibilidad Creativa, Poesía e Hipnosis.