Cuando yo era niña, mi infancia no fue la más feliz, pero tampoco la más triste; lo que sí recuerdo es que la relación entre mis papás era tensa: discutían, no se llevaban bien, vaya tal como se dice comúnmente, vivían como perros y gatos, y tan así, que se terminan divorciando... y cada quien agarró para su lado; y mi hermano y yo nos quedamos como el chinito “nomás milando”.
Entre la indiferencia y la violencia
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